02 Sep Vitamina E en el aceite de palma: su rol en la salud del ser humano
El término “vitamina E” fue inicialmente acuñado por Evans y Bishop en 1922, para describir un nuevo factor nutricional indispensable para la reproducción normal. La gran diversidad en isómeros de la vitamina E se empezó a describir en 1936, cuando Evans y Emerson caracterizaron y aislaron dos compuestos con “actividad de vitamina E” del aceite de germen de trigo.
Estos compuestos fueron designados como a y b tocoferol, proveniente de la expresión griega “tokos” (nacimiento) y “phorein” (acarrear). En los subsiguientes años, tanto los isómeros d y g del tocoferol (Emerson 1937; Stern 1947), como los tocotrienoles fueron descritos (Pennock 1964). En 1968, el “American Food and Nutrition Board” reconoció oficialmente a la vitamina E como un nutriente esencial.
A diferencia de otras vitaminas, que presentan una sola estructura química, bajo el nombre de vitamina E se agrupan dos conjuntos de compuestos químicamente muy similares: los tocoferoles (TF) y los tocotrienoles (T3E), con estructura básica tocol o 2-metil-2-(4´,8´,12´-trimetiltridecil)-6-cromanol. Los tocoferoles, poseen una cadena poliprenilo saturada de 16 carbonos y tres centros quirales con configuración R en las posiciones 2R, 4´ y 8´ (Figura 1). Los miembros del segundo grupo, tocotrienoles, poseen una cadena con tres insaturaciones en las posiciones 3´, 7´ y 11´
Los miembros de cada grupo son denominados a, b, g, y d dependiendo
del número y de la posición de los grupos metilo sustituyentes del
anillo aromático (Tabla 1) (Azzi 2000).
Cuando Evans y Bishop
estudiaron la duración del ciclo estral en ratas de laboratorio como
respuesta a cambios en la dieta descubrieron que la ausencia de lo que
ellos llamaron “factor X”, posteriormente nombrada vitamina E, resultaba
en la muerte fetal y posterior reabsorción. Durante los siguientes años
se describieron diversos síndromes causados por su deficiencia en
varias especies, pero no se le pudo asignar una función específica.
Décadas más tarde se descubrió su potencial antioxidante y se asumió que
ésta era su principal función in vivo (Brigelius-Flohé 1999). Sin
embargo, posteriormente se han descrito otras funciones biológicas que
no están relacionadas con su función antioxidante; éstas incluyen
señalización celular, expresión génica, respuesta inmune y apoptosis
(Azzi 2002; Brigelius-Flohé 2002). A continuación, se describirán
algunas de esas funciones y su efecto sobre la salud del ser humano.
1. Papel de la vitamina E en la salud:
Su papel se puede dividir en dos grandes grupos, las funciones como antioxidantes y las no relacionadas con el papel antioxidante.
Dentro de las primeras podemos decir que el daño oxidativo en el cuerpo se defiende a través de una red antioxidante en la cual la vitamina E juega un papel central, siendo así que el a-TF es reconocido como el principal compuesto liposoluble antioxidante del cuerpo humano, el cual bloquea la progresión de la peroxidación lipídica causada por radicales libres llevando a proteger las lipoproteínas y las membranas biológicas (Packer 2002). Sin embargo, desde el inicio de la década de los años 90´s se han realizado diferentes ensayos en los cuales demostraron que los T3E tenían un potencial 40-60 veces mayor que los TF (Serbinova 1994),
En cuanto a las no relacionadas con el papel antioxidante, diversos estudios han demostrado que concentraciones nano molares de a-T3E previenen la neurodegeneración inducida mediante la regulación de mediadores específicos de muerte celular (Sen 2000). Así mismo, Liu y col en l 2009 demostraron que los T3E tienen actividad anti enfermedad de Parkinson.
Por otro lado, los T3E han demostrado que suprimen en crecimiento de células cancerígenas mamarias (Guthrie 1997), colon (Yang 2010), hígado (Sakai 2006), pulmón (Aggarwal 2010), estomago (Liu 2010), piel (Chang 2009), páncreas (Hussein 2009) y próstata (Yap 2008). Sin embargo, es importante resaltar que cada isómero tiene una actividad diferente, siendo así que él g y d-T3E exhiben mayor poder anticancerígeno que los isómeros a y b.
Como último y no menos importante se debe hablar de su papel en la
enfermedad cardiovascular que ha sido la más estudiada. El estudio de
esta relación se inicia en la década de los años 80´s cuando se demostró
que la cebada tenía efecto hipocolesterolemico y que éste ocurría a
nivel de la síntesis endógena de colesterol (Qureshi 1986).
Posteriormente, los estudios de Goldstein en 1990 y Correll en 1994,
describieron que la parte de la cebada que cumplía este papel era la
cadena lateral de los T3E la cual induce la defosforilación del
farnesilo, produciendo un incremento celular del farnesol, el cual a su
vez regula mediante un proceso post-transcripcional la actividad de la
enzima hidroximetil glutaril CoA reductasa (HMG CoA reductasa)
Posteriormente
se han realizado estudios tanto en animales como humanos los cuales han
corroborado dicha función. A continuación se enumeran algunos de estos
estudios:
Qureshi y col en 1991, en un estudio crossover doble ciego con una duración de 8 semanas, compararon el efecto de suministrar cápsulas de aceite de palma con fracción rica en tocotrienoles (FRT) llamadas Palmvitee (200 mg fracción capsula/día), con 300 mg de aceite de salvado de arroz, sobre el perfil lipídico de sujetos hipercolesterolémicos, mostró una reducción en el colesterol plasmático de 15 – 20%, siendo la mayor reducción en la fracción LDL, mientras que en la fracción HDL no se observó cambio. Así mismo, se produjo una reducción de apoB en plasma (10 – 15%), tromboxano (25%), factor plaquetario 4 (16%) y glucosa (12%). Simultáneamente, Tan y col conducían otro estudio, en el cual los voluntarios tomaron una capsula de Palmvitee durante 30 días consecutivos. Cada capsula contenía 18, 42 y 240 mg de tocoferoles, tocotrienoles, y oleína de palma, respectivamente. Los resultados del estudio mostraron una reducción en el colesterol total entre 5-35.9% y de LDLc entre 0.9-37% comparados con sus valores basales (Tan 1991)
Posteriormente, a finales de la década de los años 90, Theriault y col. demostraron que el T3E podía reducir los niveles de apoB en el plasma en 24 % y por ende disminuir la síntesis VLDLc. Posteriormente, Raederstorff y col. en 2002, demostraron en hamsters que el g-T3E es mucho más efectivo que una mezcla de T3E en la reducción del Colesterol plasmático puesto que este rebajó los niveles entre 7 y 23 % con tan sólo dos semanas de tratamiento. Finalmente, Theriault y col. en 2002, demostraron que los T3E reducen la expresión de moléculas de adhesión en el endotelio.
Adicionalmente, se han realizado estudios en los cuales los T3E se han utilizado como coadyuvantes al tratamiento farmacológico de la hipercolesterolemia. Qureshi y col en 2001 llevaron a cabo un estudio (dividido en cinco fases de 35 días cada una), en el cual querían determinar el efecto del consumo de una preparación FRT a base de salvado de arroz por si sola y en combinación con el tratamiento farmacológico utilizando lovastatina. Las fases utilizadas fueron: (I) patrón de dieta usual de los sujetos, (II) dieta paso uno de la AHA, (III a V) Todos los sujetos siguieron la dieta paso 1, pero adicionalmente se dividieron en dos grupos; los sujetos del primer grupo recibieron adicional a la dieta paso 1, 10 mg lovastatina, 10 mg lovastatina + 50 mg FRT ó 10 mg lovastatina + 50 mg α-tocoferol por día, en cada una de las fases respectivamente. El segundo grupo, los sujetos fueron tratados siguiendo el mismo protocolo con la excepción que en la tercera fase recibieron 50 mg de FRT en lugar de los 10 mg de lovastatina. Los resultados demostraron que tanto los FRT como la lovastatina acompañados de la dieta paso 1 disminuyen los niveles plasmáticos de colesterol (14 % y 13 %) y LDLc (18 % y 15 %), respectivamente. La combinación de FRT + lovastatina + dieta paso 1 produjo una mayor disminución en los parámetros lipídicos (20-25%), así mismo, se observó un incremento en la relación HDL: LDL de 46 % en el primer grupo y 53 % en el segundo grupo. (Qureshi 2001).
Finalmente, es importante resaltar que Los T3E al igual que los TF son capaces de terminar las cadenas de propagación de radicales libres, lo cual neutralizara los radicales peroxilo y alkoxilo generados durante la peroxidación de los lípidos por radicales libres de oxígeno. La importancia de esta función radica en que la peroxidación de los lípidos de las LDL hace que estas LDLox sean reconocidas por los receptores scavenger presentes en los macrófagos dando inicio así a la formación de placa ateromatosa (Reaven 1993). Teniendo en cuenta este postulado, en 2001 el grupo de Nafeeza investigó el efecto de FRT sobre el desarrollo microscópico de la aterosclerosis y la peroxidación de los lípidos en aortas de conejos. Luego de 10 semanas de tratamiento observó que los conejos alimentados con FRT presentaron menor contenido de malonaldehido y engrosamiento de la íntima y mejor preservación de la elasticidad de la íntima que los conejos sin tratamiento, llegando a la conclusión que los T3E podrían reducir la aterosclerosis experimental. (Aggarwal 2010)
2. Alimentos fuente
Los tocoferoles y tocotrienoles son sintetizados únicamente en organismos fotosintéticos. Las plantas acumulan los TF en semillas oleaginosas, hojas y otras partes verdes de las plantas. El a-TF se encuentra principalmente en los cloroplastos de las células vegetales, mientras que sus homólogos b, g y d se encuentran principalmente en las semillas. Por su parte, los T3E se encuentran en la corteza y en el germen de algunas semillas y cereales
Puesto que la vitamina E y sus componentes, los TF y los T3E, no son sintetizados por los animales ni los seres humanos, estos deben ser obtenidos de las plantas en donde se encuentran los ocho isómeros. Sin embargo, el a-TF y en menor cantidad el g-TF son los únicos isómeros que han sido reportados en pequeñas cantidades en los tejidos animales (Nelis 2000)
El estudio de consumo de alimentos realizado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos en 1988, reportó que las principales fuentes de vitamina E en forma de TF de la población norteamericana son aceites, margarina, mayonesa, aderezos para ensaladas, cereales para desayuno fortificados y mantequilla de maní (US Department of Agriculture 1990).
Los vegetales tienen muy bajo contenido de TF, siendo así que con
excepción de la espinaca congelada, ningún otro vegetal logra el aporte
de 1 mg de TF por 100 g de parte comestible. Igualmente la mayoría de
las frutas son una fuente muy pobre de este nutriente, sin embargo,
dentro de estas, vale la pena resaltar el aporte de los duraznos secos
que contienen 6.2 mg de a-TF/100 g comestibles. Por otro lado, las
nueces y semillas como las almendras, nueces del Brasil, avellanas, maní
y semillas de girasol y sus aceites son una buena fuente de vitamina E.
Sin embargo, la mejor fuente de TF es el germen de trigo, aportando
aproximadamente 2000 mg/100 g comestibles
La vitamina E en las dietas
occidentales se obtiene principalmente de aceites, margarinas,
mayonesa, aderezos de ensaladas y de alimentos fortificados como
cereales y jugos. Contrario a lo que ocurre en otras comunidades
occidentales en donde el principal isómero consumido es a-TF, en Estados
Unidos es el g-TF debido al alto consumo de soya y maíz (Packer 2002)
En cuanto al contenido de los T3E en los alimentos, Ong y col en 1993 reportaron que estos se encuentran en cereales como el trigo, cebada, centeno y arroz, aceite de palma y aceite de germen de trigo (Figura 5). Así mismo, es importante resaltar la proporción de isómeros que contiene cada uno puesto que diversos estudios han reportado diferencia en la actividad biológica de cada uno de ellos (Aggarwal 2010) (Figura 6).
Finalmente, es importante tener en cuenta que la mayoría de la información nutricional contenida en las Tablas de Composición de Alimentos está dada para alimentos crudos y que la vitamina E se reporta en forma de tocoferol (equivalentes de a-TF) y este reporte no incluye el contenido de T3E.
Por Lilia Yadyra Cortés S. ND., MSc., PhD Directora Científica, CECNI
No Comments